Creo haber escuchado alguna vez dentro del caminar la expresión “ojos de misericordia”, esta frase tan corta, nos invita a reflexionar y preguntarnos ¿Cómo y con qué miramos a los demás? y también ¿Cómo queremos ser mirados por Dios?
Ojos de misericordia
“Mirar” implica mucho más que “ver”, implica abrir los ojos del corazón, fijar nuestra atención, captar los detalles y que estos adquieran importancia para que seamos capaces de apreciar lo que sucede en nosotros y en nuestro entorno.
“El Evangelio nos invita siempre a correr el riesgo del encuentro con el rostro del otro, con su presencia física que interpela, con su dolor y sus reclamos, con su alegría que contagia en un constante cuerpo a cuerpo” (EG 88).
La Misericordia es aquella que nos permite gozar de un verdadero encuentro en el servicio y llegar a una comprensión de las historias de vida del otro, en ella somos como María, capaces de mostrar ternura para con todos por igual, reflejar y regalar en un abrazo el amor de Dios.
Abracemos la vida diciendo “sí”
El papa Francisco nos recuerda innumerables veces que la vida que Dios nos regala es una historia de amor, una historia de vida que nos invita a dar y a darnos. Nos invita a decir un “sí” sin titubeos, a servir y echar raíces con amor y misericordia, tomando en cuenta, como Jesús, a todos por igual en la obra de salvación.
Responder un “sí” al Señor, como Agustino Recoletos, no es una tarea fácil, implica animarse a aceptar esta exhortación del papa y abrazar nuestra vida y la de otros, abrazarla con su fragilidad y pequeñez, con sus necesidades y abundancias. Y en ese “abrazar la vida” se nos invita también a reconocer que Todos sin importar nuestra condición somos dignos de Amor.
Jesús abrazó al leproso, al ciego, al paralitico, al fariseo, al pobre y al pecador. Abrazó al ladrón en la cruz y abrazó y perdonó a quienes lo crucificaron, abrazó al hijo prodigo, a Pedro después de sus negaciones y nos abraza a nosotros cada día con su misericordia; porque como nos recuerda el papa “solo lo que se ama puede ser salvado y solo lo que se abraza puede ser transformado”.
La necesidad es mucha y los ánimos no siempre son los mismos, nos encontramos absortos en el día a día y en todo aquello que únicamente nos vacía, pero el amor de Dios es mas grande que cada una de nuestras contradicciones y fragilidades.
Sin embargo, es a través de esas mismas contradicciones y fragilidades que Dios quiere que le ayudemos a seguir escribiendo esta historia de amor, porque la necesidad no descansa, pero Cristo tampoco.
Adriana Perozo, JAR Venezuela.