
Carmen Chourio vive en una pequeña casa en la parroquia Tamare, estado Zulia. La abuela de 80 años compartía este hogar con sus seis hijos, pero las circunstancias de la vida hicieron que viera fallecer a tres de ellos y emigrar a otros dos -de los cuales no tiene ningún apoyo-. En medio de la precariedad y la soledad en la que se encuentra, Carmen es el claro ejemplo de que ‘’la situación económica de los adultos mayores en Venezuela es crítica’’, según lo afirma un reciente estudio realizado por la organización no gubernamental Convite.
El estudio arrojó que 7 de cada 10 adultos mayores en el país dependen de un familiar, vecino o allegado. A su vez, puntualizó que por la pérdida del poder adquisitivo de su principal ingreso que es la pensión, requieren obligatoriamente de los insumos que le pueda proveer otra persona en su entorno.
—A veces no tengo que comer, le pido a Dios y él me da. Pido ayuda no tanto para mí, sino para mis nietos—, Carmen confiesa que en la religión encuentra una fortaleza para sobrellevar la angustia que le genera el que sus nietos, quienes viven con ella desde que sus padres emigraron, no quieran superarse y elijan un mal camino.

En medio de la dificultad económica que atraviesa, en donde el único ingreso que obtiene es mediante la recolección de plástico que sus nietos realizan en basureros, agradece las buenas acciones que han tenido con ella los feligreses de la iglesia a la que asiste. Resalta el gesto de su ‘amiguita’ Yajaira, una señora que le regaló unos mocasines que cuida con mucho cariño y espera usar en alguna oportunidad especial, así como también las prendas de vestir que le hacen llegar.
En Venezuela y en el mundo, las desigualdades entre países y la diferencia de clases sociales se hace cada vez más notable. La solidaridad es uno de los valores más importantes para el desarrollo de los ciudadanos que vivimos en sociedad. Por ello, en un intento por erradicar la pobreza y promover el desarrollo humano y social en las poblaciones más vulnerables, la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU) proclamó el 20 de diciembre como el Día Internacional de la Solidaridad Humana.
Este día se creó con el ferviente compromiso de impulsar la solidaridad y así lograr los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de la Agenda 2030 aprobada en 2015 por la ONU, en donde los líderes mundiales puedan: poner fin al hambre, conseguir la seguridad alimentaria y una mejor nutrición, promover la agricultura sostenible, garantizar una vida saludable y procurar el bienestar para todas las personas.
Según el análisis de La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el número de personas que padecen inseguridad alimentaria aumentó un 35% en 2021, arrojando que existen más de 750 millones de personas en esta situación y se prevé que siga en aumento. Además, el más reciente informe indica que Venezuela es el segundo país con más prevalencia del hambre en América Latina.
Por otro lado, el Programa de Alimentos de la ONU, estima que en el país uno de cada tres venezolanos no contaba con los recursos suficientes para llevar a cabo una nutrición balanceada.
Es por ello que, en ARCORES Venezuela nos esforzamos en fomentar la solidaridad, aportando nuestro granito de arena para los más vulnerables a través de nuestros proyectos de nutrición. En medio de las carencias alimenticias que viven muchas familias en Tamare, Carmen ha sido una de las setenta beneficiadas de nuestro proyecto Olla Solidaria: Una sonrisa para mi hermano que inició hace cinco años y se encarga de mitigar el problema de la desnutrición que padecen las familias de la parroquia, mediante la distribución de bolsas de alimentos y la realización de ollas solidarias.

Las ollas solidarias han resurgido como una estrategia de alimentación colectiva que demuestra que la solidaridad y el apoyo mutuo rebrota en tiempos de crisis como la pandemia del COVID-19. (Foto: ARCORES Venezuela)
Voluntarios que mueven la solidaridad
Maria Altagracia realiza su trabajo en el área administrativa y además también forma parte de nuestros voluntarios, brindando amor, apoyo y acompañamiento a los abuelos de la Casa Hogar Dr. Luis Lizárraga, ubicado en San Felipe, estado Yaracuy.
El recinto atiende a 30 abuelas, con edades entre 70 y 90 años, donde gracias al trabajo de corazones generosos como el de las Hermanas Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús, muchas de las abuelitas consiguen refugio y bondad.
En ARCORES Venezuela trabajamos con proyectos que son posibles gracias a la colaboración de voluntarios y socios que guiados por la solidaridad hacen su aporte económico para así sustentar estos proyectos y hacer llegar este aporte a los beneficiarios.
—Me gusta mi trabajo. Cuando vemos la sonrisa y la alegría de los abuelos al recibir una vejez con dignidad, nos motiva a seguir adelante nuestra labor, gracias al apoyo de voluntarios.
Muchas de las ancianas presentan enfermedades donde la memoria les juega un papel crucial al olvidar quienes forman parte de su grupo familiar. Algunas, esporádicamente siguen recibiendo la visita de sus allegados, mientras que otras lamentablemente fueron abandonadas a su merced.
—En nuestra juventud a veces no pensamos en la vejez. Pensamos que nos vamos a quedar jóvenes toda la vida y cuando vemos la realidad de nuestros ancianos, las personas se dan cuenta de que hay una vejez que hay que llevar con dignidad—, añadió emotiva.
Maria agradece la ayuda que viene de parte de los colaboradores, como bien ella señala ‘’poca o mucha‘’ siempre será bienvenida porque para ARCORES Venezuela, una de las mejores expresiones del compromiso personal con la solidaridad y la lucha contra la pobreza es el trabajo que con esfuerzo y dedicación ofrece el voluntariado, llenando con amor el vacío que muchos abuelos tienen que padecer en su vejez.
—No solamente es ayudar a los abuelos sino también al personal que no solo necesita ayuda económica sino también, moral y espiritual porque muchas veces no han descubierto la gracia de Dios—, expresó.
Confianza que se siembra en el corazón
El día de la solidaridad es una fecha importante para destacar y, a su vez, fomentar la generosidad e incentivar a quienes se encuentran en una posición de privilegio a ayudar a quienes más lo necesitan, teniendo como única retribución el sumar pequeños gestos de bondad y amor para lograr grandes cambios en la humanidad.
En ARCORES Venezuela trabajamos a través de la confianza que transmiten nuestros voluntarios ya que con su ayuda, logramos sembrar la esperanza en quienes confían y se benefician de nuestros proyectos.
Brayan Levi es voluntario en los programas de apadrinamientos y becas escolares que forman parte de los proyectos en el área de educación, alineados con el ODS N°4 “Educación de calidad”, el cual ayuda a niños y niñas a través de la sensibilidad y generosidad para que puedan comenzar o continuar sus estudios.

Así como Brayan, otros jóvenes de su edad que en algún momento fueron beneficiarios han abierto su camino para formar parte del voluntariado y mantener la cercanía con la gente más vulnerable.
—Más que una experiencia es algo que me motiva personalmente, he pasado de ser un niño apadrinado a ser voluntario. Ya sé lo que ellos quieren, ya sé lo que necesitan y las necesidades de cada uno—, comenta Brayan.
El joven contribuye con su apoyo en actividades recreativas para los niños y niñas, el proyecto de educación del que forman parte jóvenes como Brayan, se encuentra ubicado en Tía Juana, estado Zulia. Para él, la confianza que las personas depositen en los voluntarios y en ARCORES Venezuela es la clave para poder seguir apoyando a más niños para que puedan construir un camino hacia la educación.
—Confíen en nosotros, en los voluntarios. No dudaremos en dar lo mejor. Si confían vamos a salir adelante—, sentenció emotivo.
Padrinos que cumplen sueños
El reciente informe realizado por La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) de Venezuela, presentado por la prestigiosa Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), arrojó resultados alarmantes con respecto a la educación: 190 mil alumnos abandonaron el colegio entre 2021 y 2022.
Ante esta realidad, nuestra organización mediante programas de educación como: becas escolares, apadrinamientos y reforzamiento escolar, ha logrado beneficiar a más de 400 niños a nivel nacional, donde se ha atendido a las poblaciones más vulnerables para que puedan acceder a una educación integral, culminar su escolarización y cumplir sus metas profesionales.
Anggi Rosales reside en Palmira, Estado Táchira y actualmente se encuentra cursando 5to año de bachillerato, ella como muchos jóvenes es testigo de que programas como este pueden ayudar a cumplir los sueños y metas de muchos adolescentes que desean forjarse un camino a través de la educación.
—Gracias a mi padrino, gracias a él, soy la estudiante que soy—, expresa con alegría.

El apadrinamiento de un niño forma parte de la labor de ARCORES Venezuela, esta no fuese posible sin el apoyo de colaboradores de la organización, que realizan un aporte periódico para cubrir los costos asociados a la educación del niño apadrinado hasta que culminan sus estudios de bachillerato.
Para Anggi, seguir estudiando simboliza un gran logro personal, en el que están representados sus padres, ya que ellos no contaban con los suficientes recursos económicos para cubrir su colegiatura. La joven está en el programa desde 2011 y tiene como meta profesional estudiar enfermería para así, poder entregarle con orgullo un título universitario a su familia y en especial a su padrino que la apoya incondicionalmente desde España.
Aunque ella confiesa que solo se comunica con su benefactor a través de cartas, él se ha convertido en una luz de esperanza para culminar sus estudios. Además, Anggi con mucha emoción procura siempre notificarle el progreso de sus notas académicas al culminar cada año escolar.
—A los niños les digo, siempre tengan buenas notas, las ganas de estudiar debe ser una necesidad que nazca de ustedes mismos—.
Frente a la realidad social, política y económica, en ARCORES Venezuela, trabajamos de la mano de nuestros voluntarios, padrinos, colaboradores y feligreses para llevar a cabo programas de alimentación, educación y salud. Donde se busca suplir las carencias de las poblaciones más vulnerables del país, que no cuentan con los recursos y necesitan del apoyo que estamos dispuestos a brindarle en nuestra red solidaria.