AQUEL QUE ME HABIA ESCOGIDO DESDE EL SENO DE MI MADRE, POR PURA BONDAD LE AGRADO LLAMARME….PARA QUE LO PROCLAMARA ENTRE LOS PUEBLOS.. Gal. 1,15
Sentir el llamado del Señor a seguirlo, ya desde hace casi 40 años, ha significado para mi un cambio radical de vida y con el imperativo de proclamar su Reino entre los pueblos más compromiso aún.
Muy recién profesa fui destinada a la misión de Atapirire, ilusión que guardaba en su corazón cada Misionera Agustina Recoleta que vivía en Venezuela, allá experimenté el nacimiento de una comunidad en todo sentido, fue maravilloso ir construyendo ese espacio de comunión y evangelización.
Todo era nuevo: el pueblo, la gente, las costumbres, los retos, las necesidades, las exigencias del contexto, las hermanas de la comunidad de 4 nacionalidades, fue maravilloso encontrarnos en ese contexto y pasar mucho tiempo con la gente, escuchando y sintiendo su vida. Dios nos hablaba y se iban abriendo los caminos. Caminos de pastoral, educación, servicio sacramental, acompañamiento en cada comunidad y en los diferentes pueblos.
Llegamos a tener 100 estudiantes de bachillerato, por el método IRFA (Instituto radiofónico fe y alegría), formamos a los docentes de las escuelas y obtuvieron su título de bachiller para continuar su profesionalización. La huella de la presencia de Dios estaba en cada paso, en cada decisión y en cada acción.
Ese imperativo de evangelización sigue vigente hoy para ser proclamado el Reino de Dios en cada lugar, bien sea en la ciudad, en el mundo campesino, indígena…allí sigue latiendo cada corazón que necesita encontrarse con Dios y dar sentido a su vida pues solo El nos da la plenitud espiritual y humana.
Los caminos y los llamados del Señor continuaron renovándose a lo largo de mi vida y ahora estoy hace años en el mundo educativo, donde he encontrado también un campo fértil para la evangelización. Los niños, los jóvenes, las familias y sus entornos son el nuevo areópago para el anuncio de que Dios nos ama y ha dado la vida por nosotros.
Te invito, hermano y hermana que me lees, a preguntarte si estas atento a esa llamada del Señor a no hacerte el sordo y a abrir tus ojos y tus oídos a su voz que te invita con fuerza a anunciar el evangelio en todo momento y en todo lugar, eres testigo de ese amor de Dios y en tu corazón arde la llama de la pasión por la misión como el corazón de San Agustín. ¡Animo!. Recibirás el ciento por uno y la vida eterna.
Hermana Delis Romero, Misionera Agustina Recoleta.