
El Comedor Divina Providencia, ubicado en Los Teques estado Miranda, es una de las obras de ARCORES Venezuela que, como la mayoría, ha tenido que reinventarse en consecuencia a la pandemia por la COVID-19, sin embargo siguen con su labor más fuerte que nunca.
Esta obra, atendida por las Hermanas Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús, cuenta con distintos proyectos en marcha como lo es el comedor social, que atendía a inicios del año 2020 a un aproximado de 1.800 personas, a las cuales se les brindaba almuerzos diariamente.
En este comedor asisten mujeres embarazadas, adultos mayores, familias y niños, pero la mayoría son indigentes y familias en situación de calle que duermen en los alrededores, además reparten 100 almuerzos a personas privadas de libertad.
Tras el inicio de la cuarentena en el país y la implementación de las medidas de prevención de contagios, el trabajo de las hermanas sufrió una gran transformación, el más grande ha sido el incremento de los beneficiarios, actualmente reparten entre 2.500 y 2.700 almuerzos diarios.
“Con esto de la pandemia otros comedores han cerrado, esto ha hecho que se multiplique el número de usuarios del comedor”, comentó la hermana Gracelia Molina.
Entre otros de los cambios, las hermanas tuvieron que trasladar el lugar en el cual se repartía la comida para asegurarse de proteger tanto a las hermanas como a los miembros de la casa hogar; de igual manera implementan todas las medidas de prevención de contagio, así como les piden a sus beneficiarios hacerlo, ya no permiten que niños o adultos mayores vayan al lugar, piden que otro miembro de la familia sea quien retire el alimento.
Nuevo programa
Así mismo, las hermanas crearon un nuevo programa en el cual realizan bolsas de comida no perecedera, estas se reparten a familias que tengan cómo prepararlas en casa, este nuevo proyecto permite seguir alimentando a aquellas familias que lo necesitan, pero evitando que salgan de casa a diario y prevenir así el riesgo de contagio.

“Recibimos donaciones de comida no perecedera por parte de instituciones, las estamos repartiendo en bolsas de alimentos que le alcance a las familias por más o menos 15 días”, informó la hermana Gracelia.
Sin embargo, hay un gran porcentaje de los beneficiarios que no pueden disfrutar de estas bolsas, debido a que no cuentan con un lugar donde cocinar, es por esto que el comedor no ha cerrado sus puertas, con todas las medidas de prevención sigue cocinando y repartiendo almuerzos en el lugar.
En el camino, la pandemia ha causado tantos estragos que la necesidad se ha expandido; en los alrededores del comedor se encuentran dos zonas populares que han solicitado amparo a las hermanas, a ellos se les apoya con la repartición de ollas. Estas son preparadas por las hermanas, luego son retiradas por 2 o 3 personas de esas comunidades que se las llevan y las reparten en sus zonas; cada olla alcanza para un aproximado de 100 almuerzos, los cuales se han sumado en el registro del comedor.
A su vez se van adicionando personas que se encuentran fuera de los registros, estas personas han llegado a las hermanas manifestando sus necesidades y ellas han buscado la manera de incluirlos y hacerlos beneficiarios.
“Es un trabajo titánico que implicó para nosotras reorganizarnos, en logística y protocolo, para poder dar respuesta a una situación que se está acrecentando”, aseguró la hermana Gracelia.