
Vivir en constante disponibilidad a las necesidades ajenas es una forma de imitar a Jesús, quien siendo Dios, no vino a ser servido sino a servir.
El servicio es una forma de ayudar a otras personas, sin importar ni tener recompensa alguna que no sea la gratificación y fortalecimiento del espíritu.
Cuando ayudamos a otros estamos al servicio de Dios. Sin embargo, “servicio” es una palabra que ha desaparecido de las mentes de las personas. Por lo general, las personas parecen estar ahogadas en sus propios asuntos y están tan ocupadas en resolver sus necesidades personales que se olvidan de los demás.
Es claro que se ha venido olvidando que se puede demostrar amor a las personas a través del servicio. Amar al prójimo es un mandamiento divino, así lo instruyó Jesucristo, quién incluso aseguró que era tan importante como amar a Dios mismo.
Durante el tiempo en que Jesucristo estuvo en la tierra predicando, enseñó la importancia del servicio. El Señor, a través de sus actos, demostraba y a la vez les enseñaba a los que le seguían que para Él y para el Padre Celestial cada ser humano es de gran valor y que el servicio que se preste a cada uno de ellos demuestran el amor que tienen a Dios el Padre y a Jesucristo.
El asistir a los necesitados es una de las formas de manifestar que queremos seguir y servir al Señor, tanto hombres como mujeres y niños pueden hacer esa gran labor, ya que a través del servicio es que se lleva a cabo la obra del Salvador.